Xerjoff 1861 Renaissance
Xerjoff 1861 Renaissance es como un paseo matutino por el casco histórico de Lima en pleno verano, justo después de una ducha fría, cuando el sol aún no aprieta, pero el aire ya está lleno de vida. Es una explosión de cítricos italianos brillantes, con una bergamota que parece recién exprimida, lima y mandarina chispeante que te despiertan como si te lanzaran agua de azahar en la cara. No es sutil, pero tampoco es agresivo: es pura frescura elegante.
Después de esa apertura cítrica tan luminosa, empieza a asomarse una menta verde, fresca, pero no invasiva, como caminar por un jardín cuidado en Valle del Elqui al atardecer, cuando el calor baja y todo se siente más sereno. La rosa y el lirio del corazón suavizan el conjunto, pero no lo vuelven empolvado ni jabonoso. Y en el fondo, un toque de ámbar y almizcle blanco le da una base limpia, casi transparente, como brisa costera en Zapallar: sutil, refinada, pero presente.
Este perfume es ideal para primavera y verano, aunque en climas como el del norte chileno o ciudades como Medellín, donde el calor es parejo todo el año, funciona perfecto como firma diaria. Es muy versátil: oficina, almuerzo en terraza, reunión formal o incluso una caminata por el centro de Buenos Aires un domingo de enero. No va a proyectar como una bomba, pero sí te deja una estela elegante, como quien no necesita gritar para hacerse notar.
¿Para quién es? Para alguien que disfruta de la frescura sin caer en lo genérico. Es limpio, pero con estilo. No es juvenil tipo colonia deportiva, es más bien lo que usaría un tipo con camisa de lino en Cartagena de Indias, con lentes de sol y cero apuro. Si te gustan fragancias como Acqua di Parma Colonia, Chanel Allure Homme Édition Blanche o incluso Neroli Portofino de Tom Ford, Renaissance te va a parecer un upgrade natural, más refinado y con mejor duración.
Hablando de eso: dura bien, sobre todo para ser cítrico. Te da unas 6 a 8 horas decentes, más si lo aplicas en ropa. Pero no es una fragancia que grite, sino que susurra. Es ideal para espacios cerrados y encuentros donde no quieres empalagar a nadie, pero sí dejar una impresión nítida y fresca.
¿Mi recomendación? Úsalo para esos días en que quieres oler caro sin que nadie entienda exactamente por qué. Perfecto para climas cálidos, para citas de día o incluso para eventos culturales al aire libre, como una exposición en el Museo Ralli de Punta del Este o un paseo de arte en Valparaíso. Es clásico con un twist moderno, como un Martini con albahaca: inesperado, pero tremendamente agradable.