Melt My Heart es de esos perfumes que no llegan a la nariz, sino directo al pecho. Literal. Te agarra por la emoción, por el lado íntimo, casi como un susurro cargado de deseo en medio de una noche húmeda y cálida. Este es un perfume para cuando no quieres gritar, pero sí dejar una marca que se sienta incluso después de irte.
La estrella acá es el oud, pero no ese oud punzante o seco tipo desierto de Atacama al mediodía; este es como si el oud estuviera derretido en manteca de cacao y besado por una nota de iris cremosa, casi empolvada. A eso se suma un sándalo suave, mantequilloso, que envuelve todo como una frazada rica en una cabaña escondida entre los bosques húmedos de Valdivia, cuando afuera llueve y tú estás con alguien que te hace olvidar el tiempo.
Tiene un punto de oscuro-chocolatoso, como si llevaras un bombón caro escondido en el bolsillo interior de tu chaqueta de cuero. Pero también algo fresco, apenas perceptible, que lo mantiene elegante. Esto no es gourmand infantil. Esto es adulto, íntimo, sofisticado.
Funciona perfecto en noches otoñales o invernales, especialmente en ciudades con clima fresco como Bogotá o Bariloche. En Santiago, por ejemplo, lo usaría en esos días fríos de junio donde el cielo está blanco y el ánimo medio melancólico, pero tú decides abrigarte de adentro hacia afuera. Esto es más para una cita en un restaurante con poca luz o para un momento privado que no necesita ser compartido en redes sociales.
¿Para quién es? Para alguien que no le tiene miedo a la sensualidad elegante, que quiere seducir sin esfuerzo y que entiende que la piel, cuando huele así, habla sola. No es para usarlo en la oficina (salvo que trabajes en una galería de arte con luz tenue y jazz de fondo), pero sí para momentos donde el cuerpo se queda más tiempo que las palabras.
Si te gusta esta onda, quizás podrías mirar también Portrait of a Lady de Frederic Malle, aunque va más hacia lo floral-oscuro, o Oud Satin Mood de MFK, que también juega con la dulzura y la opulencia, pero en un registro más brillante. Melt My Heart, en cambio, es todo susurro bajo la piel.