Scents Of Wood Plum In Cognac
Ah, Scents of Wood Plum in Cognac… este perfume es como una copa de buen coñac frente a una chimenea en Valle Las Trancas, con los árboles nevados afuera y ese silencio espeso que sólo existe en la montaña. Es envolvente, cálido, elegante, con un punto oscuro y frutal que no grita, pero se hace notar como alguien que sabe estar sin alardear.
La nota de ciruela es protagonista, jugosa, pero madura, casi en compota, nada de frutita fresca o adolescente. Está bañada en cognac, que no huele alcohólico ni invasivo, sino como esa calidez ambarina del licor que deja una estela de sensualidad adulta. A eso se suma el oud, presente, pero civilizado, muy al estilo occidental: limpio, pulido, sin el funk animal del oud clásico. Y luego la vainilla, el incienso y las notas amaderadas, que redondean todo en un aura casi mística, como si te metieras en una iglesia antigua de piedra en Cuzco, con el sol filtrándose entre los vitrales.
En piel, tiene una duración excelente y proyecta bastante sin ser invasivo. Es perfecto para las noches frías del sur chileno, tipo Osorno o Coyhaique en otoño, o para esas salidas urbanas nocturnas en Santiago donde quieres dejar una impresión de misterio elegante, no de fiesta estridente.
¿Para quién es? Para alguien que quiere oler sofisticado, pero sin esfuerzo, con un toque sensual y un fondo oscuro. No lo recomendaría para días calurosos ni ambientes demasiado informales, porque tiene cierta densidad que se disfruta mejor con un poco de clima frío o un dress code más cuidado.
Si te gusta este estilo, podrías probar Tom Ford Plum Japonais (aunque más difícil de encontrar y más orientalizante) o Maison Francis Kurkdjian Oud Satin Mood, que comparte ese juego entre dulzor, oud y elegancia opulenta. Pero Plum in Cognac tiene ese equilibrio muy bien logrado entre lo moderno y lo clásico, y no cae en el cliché dulce ni en el oud vulgar.
Ideal para usarlo en un viaje al altiplano boliviano, en pleno invierno, mirando estrellas a 4000 metros con una manta de alpaca y una copa de algo fuerte en la mano. O en una cita en Valparaíso, de noche, cuando el viento salado del puerto te despeina, pero el perfume se queda ahí, abrazándote.