Lorenzo Pazzaglia Artik Sea
Artik Sea de Lorenzo Pazzaglia es como zambullirse en las aguas heladas del Estrecho de Magallanes: refrescante, impactante y totalmente vigorizante… pero con ese fondo misterioso que te recuerda que no estás en cualquier playa caribeña. Esto no es un mar turquesa con piñas coladas. Es el mar cuando se pone serio, majestuoso, como en Bahía Inútil, donde el viento te corta la cara pero el paisaje te deja sin aliento.
Desde la apertura, Artik Sea grita: ¡frescura extrema! Tiene ese acorde marino que no es salado tipo brisa suave, sino más bien ozónico, casi metálico, como si olieras el aire que flota sobre un glaciar. Viene con toques cítricos fríos —piensa en limón con hielo recién rallado— y una nota de menta que no es de pasta de dientes, sino una que recuerda al olor del viento cuando sopla desde la cordillera hacia el valle en una mañana de invierno.
Pero lo más interesante es que debajo de esa capa helada hay una estructura amaderada y almizclada que le da una base sólida, casi mineral. Como si después de bucear en un fiordo patagónico salieras a tomar aire y te recostaras sobre una roca húmeda bajo un cielo gris. Es limpio, sí, pero no plano. Tiene dimensión. Se siente moderno, técnico, bien construido.
Ideal para el día, sobre todo en climas calurosos o húmedos donde muchos perfumes marinos mueren derretidos en la piel. Esto aguanta. En Santiago en enero, en Cartagena con 80% de humedad, en Iquique a las 4 de la tarde… Artik Sea va a estar ahí, fresco como al principio. Tiene buena proyección en las primeras horas y una duración que ronda las 6–8 horas, lo que es bastante sólido para una fragancia acuática.