Casamorati Italica
Ah, Italica de Casamorati... esto es pura gula olfativa. Una fragancia que huele como si hubieras entrado a una pasticceria siciliana en pleno invierno, con las vitrinas llenas de mazapanes, croissants rellenos de almendra y leche caliente con vainilla. Si te gustan los perfumes gourmand que de verdad abrazan el lado dulce, cálido y reconfortante, Italica es una delicia peligrosa.
Parte con una explosión de almendra caramelizada y leche, una combinación que suena simple, pero está tan bien hecha que parece un postre de alta cocina. Luego va entrando la vainilla, el toffee y un leve toque de azafrán, que le da esa vuelta interesante y algo exótica. En la base, se vuelve más cremoso y ambarado, casi como una leche nevada con almíbar y una pizca de nuez moscada. Imagínate eso en un día nublado en Valdivia o en una noche fría en La Paz, con la humedad del entorno abrazando cada nota. Ahí brilla.
No es una fragancia para climas cálidos. Si la usas en pleno verano en Iquique, prepárate para sentir que llevas una torta en el cuello. Pero en invierno, en ciudades con un frío que entra por los huesos como Coyhaique o Bogotá al atardecer, Italica se vuelve una manta de terciopelo.
Funciona mejor en citas nocturnas, reuniones íntimas, o cuando simplemente quieres sentirte apapachado. No es para la oficina, salvo que trabajes en una pastelería boutique o tengas compañeros que amen el olor a repostería. Su proyección es notable en las primeras horas, y su duración está fácilmente en las 8 a 10 horas, dependiendo de tu piel.
¿Para quién es? Para alguien que no le tiene miedo al dulzor, que disfruta perfumes con personalidad, y que quizás ya ha probado cosas como Guerlain Spiritueuse Double Vanille, By Kilian Love Don’t Be Shy o Lira de Xerjoff. De hecho, Lira es su prima cercana, aunque un poco más cítrica y menos cremosa. Si eso te gustó, Italica te va a envolver como una frazada de mazapán.
Un buen truco es usarla como fragancia de piel, aplicando muy poca cantidad en puntos estratégicos (muñecas, pecho, detrás de las orejas), y dejar que se funda con tu calor corporal. Ideal para tardes de lluvia en Chiloé o caminatas nocturnas en Cusco, cuando el aire frío contrasta con la dulzura cremosa de lo que llevas puesto.