Casamorati Fiero
¡Uf, Casamorati Fiero! Esto es directamente un paseo por los jardines de una hacienda antigua en Colchagua, con las hierbas aromáticas creciendo al sol y alguien recién salido del barbero con colonia fuerte, de esas que cortan el aire. Es un perfume que no viene a coquetear: viene a imponer respeto.
Lo primero que te golpea es una mezcla explosiva de cítricos bien amargos —naranja amarga, bergamota, limón— súper naturales, nada sintéticos ni dulzones. Esa salida casi arde en la nariz, como una bocanada de aire en plena mañana en San Pedro de Atacama, fresco pero seco, sin concesiones. Luego entra el corazón de menta, estragón, y esa lavanda que te lleva directo a un barbershop clásico de los años 40, con toallas calientes y crema de afeitar mentolada. De fondo, se asoma el vetiver, el pachulí y una base amaderada que sostiene todo con firmeza.
Es un perfume fougère a la antigua, pero con una intensidad moderna. Si sos de los que extrañan esas colonias masculinas con carácter, este te va a volar la cabeza. No es para tímidos. Es para alguien que entra a un lugar y quiere que se note su presencia, pero sin gritar. Lo imagino perfecto para días de primavera en Santiago o en una caminata de otoño por Mendoza, donde el aire fresco permite que las notas verdes y cítricas se expandan con elegancia.
Dura más de lo que uno esperaría para un perfume tan fresco: fácil unas 7-9 horas, y proyecta bien durante las primeras 3-4. Después queda más cerca de la piel, pero con esa estela limpia y masculina que da gusto seguir.
Si te gusta esa vibra clásica pero con poder, podrías mirar Dior Eau Sauvage Parfum (que tiene ese equilibrio entre lo cítrico y lo profundo), Acqua di Parma Colonia Intensa, o incluso algo más verde como Green Irish Tweed de Creed, aunque ese va por otro lado, más húmedo y campestre.
¿Te lo estás planteando como firma personal o más como fragancia para ocasiones especiales? Porque Fiero tiene esa cualidad de oler impecable sin esfuerzo.